La Subida a la Encomienda, Alfambra, es una recreación medieval que se realiza durante la Semana Santa, a partir de las investigaciones de Juan José Barragán, su autor intelectual y Fernando López Rajadel. Se recrea la historia medieval de Alfambra, el Fuero, las Órdenes Militares que ocuparon la Encomienda de Alfambra, o la representación de la Leyenda de la enterrada viva. El acto central es la subida con antorchas al castillo el Sábado Santo, a medianoche, recreando su forma.
Al visitar Teruel
todavía es posible hacer un viaje en el tiempo a través de la
contemplación de dos momias medievales: son Isabel y Diego, los Amantes
de Teruel, que esperan el fin de los tiempos en su Mausoleo.
Cuando se cumple el 800 aniversario de la muerte de los Amantes de Teruel, ocurrida en 1217, todavía podemos visitar a los supuestos amantes,
Juan Martínez de Marcilla y su amada, de nombre desconocido, hija de
Pedro Segura, según consta en el documento más antiguo que se conoce
sobre los mismos.
El descubrimiento
En
el año 1555, durante unas obras realizadas en la Capilla de los Santos
Cosme y Damián de la Iglesia de San Pedro, en Teruel, aparecen dos
momias, un hombre y una mujer, enterrados juntos. Estuvieron expuestas
hasta el año 1578, año en que vuelven a ser enterradas por orden del
Obispo.
El redescubrimiento
En 1619, Juan Yagüe de Salas, secretario del Concejo de Teruel,
promueve la excavación de la capilla, volviendo a encontrar las momias
de los Amantes. El motivo es que había encontrado un acta notarial del
año de su descubrimiento, 1555, y quería demostrar la veracidad del
hecho, puesto en cuestión por otros eruditos, al haber publicado Yagüe
su gran obra en verso dedicada a los Amantes sólo tres años antes, en
1616, titulada "Los Amantes de Teruel, epopeya trágica, con la
restauración del Sobrarbe y conquista del Reyno de Valencia". Estuvieron
nuevamente expuestas hasta 1675, año en que fueron guardadas.
A pie tendido
A principios del siglo XVIII vuelven a exponerse al público, nuevamente, puestas de pie, en el Claustro de la Iglesia de San Pedro. En 1854 se instalaron en un templete de madera realizado por Lacarrier, en el mismo lugar.
La procesión solemne
Ocurrió en 1902, cuando gracias a Federico Andrés, alcalde de Teruel,
fueron depositadas en una capilla anexa a la Iglesia de San Pedro, de
forma digna, tumbados en dos sepulcros de madera abiertos. En aquel día
las llevaron públicamente por varios lugares significativos del centro
de la ciudad, ensalzándolas como héroes.
El mausoleo
Realizado
por Juan de Ávalos en 1956, de mármol y bronce, es donde descansan
actualmente, en la sede de la Fundación Amantes de Teruel.
Curiosidades
Cuando se descubrieron estaban muy bien conservadas. Ella todavía conservaba los ojos, además del pelo, sus manos… Están datadas a principios del siglo XIV por carbono 14, pero no es un dato concluyente, debido a su manipulación constante.
El propio Juan Yagüe de Salas aprecia que ella pudo haber tenido un hijo, por el ancho de sus caderas.
800 años de Los Amantes de Teruel. ¿Historia o leyenda?
Isabel y Diego quizás
no existieron como tales, pero sí dos jóvenes llamados Juan Martínez de
Marcilla y la única hija de Pedro Segura, en el Teruel de principios del
siglo XIII.
Entre los días 16 y 19 de febrero se conmemora en Teruel el 800 aniversario de una historia de amor que ocurrió en 1217. Entre
los actos destaca la representación teatral de la historia, basada en
la obra de Juan Eugenio de Hartzenbusch (1837). Eso sí, en plena calle,
con el marco incomparable del casco histórico turolense.
También se recrea toda la sociedad turolense de la Edad Media,
desde caballeros a prostitutas, pasando por los famosos Almogávares, y
multitud de oficios, en calles, y plazas, con la participación de más de
5000 personas, cuyas vestimentas están basadas en las pinturas de
finales del siglo XIII de la techumbre mudéjar de la Catedral de Santa
María de Mediavilla.
¿Historia o leyenda?
Es
una de las cuestiones más polémicas del Medievo hispánico, ya que a la
tradición oral que dio origen a la leyenda, se le suman las dos momias
encontradas en una capilla de la Iglesia de San Pedro, donde la misma
tradición dice que fueron enterrados.
Actualmente no se puede demostrar que las citadas momias sean los Amantes de Teruel, pero lo que sí parece demostrado, por tres fuentes documentales diferentes de los siglos XV y XVI, es que detrás de la leyenda hay una parte de historia. Dice así:
"Año 1217. Era Juez de Teruel Domingo Celadas. Mejor que hablar de males y guerras, contemos de amores verdaderos.
En Teruel
vivía un joven llamado Juan Martínez de Marcilla, de 22 años. Se
enamoró de la hija de Pedro Segura, hombre muy rico. Se querían desde
niños y se prometieron para casarse algún día. Años más tarde Juan pidió
la mano de su hija a Segura, y éste se la negó alegando que no tenía
riquezas, como los 30.000 sueldos de la dote de su hija.
El
joven pidió un plazo al padre para obtener botín en la guerra, y éste
le dio cinco años. Marcilla fue a la guerra contra los moros y ganó más
de 100.000 sueldos, pero cumplido el plazo de los cinco años todavía no
había vuelto, como prometió. Así que Segura casó a su hija con otro
noble muy rico.
En la misma noche de bodas llegó Marcilla a Teruel, y tras conocer la noticia del casamiento de su amada, se escondió en su alcoba para pedirle un último beso.
-Bésame que me muero-, replicó él, pero ella, entre lágrimas y
sollozos, se negó por estar ya casada. Juan cayó muerto allí mismo.
Al
volver su marido le contó lo sucedido, y decidieron dejar el cuerpo esa
noche en la puerta de la casa de los Marcilla, secretamente.
Al
día siguiente fue descubierto el cuerpo, y entre gran duelo de toda la
población se lo llevaron para enterrarlo en la Iglesia de San Pedro.
Allí se despidieron del muerto, pero una mujer joven, tapada con un
velo, no se levantaba al darle un beso. Tras quitarle el velo
descubrieron a la hija de Segura, muerta también, abrazada al Marcilla,
por lo que tras conocer de su marido todo lo sucedido, decidieron enterrarlos juntos".
El profesor de Geografía e Historia de la Universidad de Zaragoza, Juan José Barragán, ha encontrado una versión de la leyenda o historia de los Amantes de Teruel que data de 1848. Se trata de un manuscrito inédito que lleva por títuloHistoria de la Ciudad de Santa María de Albarracín, obra de mosén Tomás Collado. El importante hallazgo se produjo cuando el estudioso se hallaba realizando una investigación de doctorado.
El escrito, de unas siete páginas, narra los hechos, que el autor supone históricos, de la leyenda de los amantes de Teruel, que se remonta al año 1217.
"El manuscrito inédito que narra lo acontecido se asemeja bastante a la versión oral tradicional", señaló Juan José Barragán, que hizo hincapié en que el clérigo que lo escribió cita fuentes novedosas para 1848, "algunas de ellas inéditas todavía actualmente".
COPIA DE 1910 Entre las fuentes históricas, mosén Tomás Collado se sirvió de algunos escritos del padre Mariana y documentación de Albarracín. Entre las literarias, de autores como Tirso de Molina e Isidoro Villarroya.
"Al margen de las fuentes, las aportaciones de este manuscrito son diversas, como la cita de varios dichos tradicionales y la inscripción que figuraba en el panteón de 1708", explicó el estudioso del documento.
Según el relato facilitado por el profesor Barragán, el original del manuscrito de 1848 "no se ha encontrado nunca". Afortunadamente, un descendiente del autor, Valero y Collado, farmacéutico en la localidad bajoaragonesa de Aguaviva, hizo una copia en 1910 que constituye el manuscrito inédito.
EN LAS TRINCHERAS "Es curioso, pues el manuscrito lleva insertada en sus páginas parte de la historia de España", indicó el profesor de Historia. Por ejemplo, figuran diversas inscripciones hechas con lapicero en las trincheras, durante la guerra civil, y es seguro que fue leído con interés en las largas noches de vigilia entre combate y combate.
Posteriormente, "el destino quiso que fuera devuelto a sus legítimos propietarios, descendientes de ambos autores", quienes han facilitado la consulta.
El profesor recordó que la leyenda, oral hasta mediados del siglo XVI, estuvo a punto de perderse. Solo el hallazgo de los cadáveres de los Amantes en 1555 permitió conservarla al ser plasmada por escrito.
El libro ha sido estudiado por el historiador turolense Juan José Barragán.
NOTICIA
ACTUALIZADA 12/2/2011 A LAS 10:11
LEONOR FRANCO. TERUEL
Referencias a los Amantes de Teruel, a la capilla de los Martínez de Marcilla o al sentimiento de los turolenses hacia la leyenda ocupan un lugar destacado en unmanuscrito inéditodescubierto por el historiador Juan José Barragán, cuyo original fueescrito en 1848 por Tomás Collado Fernández, un farmacéutico de Albarracín coetáneo de Eugenio de Hartzenbusch.
Barragán localizó en manos de los herederos del farmacéutico una copia de 1910 de Valero y Collado cuando buscaba información para un proyecto de investigación sobre los Fernández de Heredia de Mora de Rubielos. Se desconoce dónde está el original, aunque en principio se pensó que se encontraba en la Biblioteca Nacional.
El manuscrito, que lleva por título'Historia de la ciudad de Santa María de Albarracín',dedica seis páginas a la historia de Isabel y Diego y aporta, según Juan José Barragán, algunas novedades que pueden ayudar a confirmar la veracidad del relato.
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A través de sus páginas, el autor afirma, entre otras cuestiones, que la de los Amantes «no era una historia muy conocida en Teruel hasta 1616, por un poema de Juan Yagüe Salazar». Se refiere a la 'Epopeya Trágica de los Amantes de Teruel', que le confirmó al notario como el más importante poeta turolense de la época.
Citando una serie de fuentes históricas -algunas muy poco conocidas-, entre ellas Isidoro de Antillón, Esteban Gabarda, el Padre Mariana; y literarias, como Tirso de Molina, Montalbán, Suárez o Isidoro Villarroya, el autor dice que Juan Diego va en busca de riqueza para poder casarse con Isabel. «Parte a las Navas de Tolosa en 1212, no a Siria o Valencia, como se afirma en algunos documentos -cuenta Juan José Barragán-, y, tras ganar la batalla contra los musulmanes, el rey de Navarra le concede las cadenas, que es el símbolo de esta tierra, para formar parte de su escudo».
Como curiosidades, el historiador explica que una de las escenas principales de la obra, que relata el momento en que el marido de Isabel la descubre hablando con Diego en la alcoba, recoge la petición de un beso por parte del amante en términos típicos de la época: «Bésame que sin remedio me muero a Dios Segura», ruega el enamorado en las páginas. A Barragán le resulta curiosa, igualmente, la crítica que el autor hace a la obra de Hartzenbusch por una cuestión de honor. «Se lamenta -explica el historiador- de que retrata a la madre de Isabel como una adúltera , sin tener en cuenta que pertenece a una familia ilustre de Teruel».